Drash
y Tudor describen seis tipos de contingencias que pueden estar presentes en los
entornos de algunos niños diagnosticados con autismo y sugieren que estas
contingencias explican la etiología de los comportamientos
"autistas".
Para
ellos el autismo se entiende como un trastorno de la conducta verbal en forma
de contingencia, donde las contingencias de reforzamiento durante el primer al
tercer año de la vida del niño pueden operar para establecer y mantener
aquellas conductas que luego resulten en un diagnóstico de autismo. El primer tipo de contingencia es:
1. Refuerzo de mandos vocales aversivos, como llorar o gritar, y otras conductas
de evitación que son incompatibles con la adquisición de conducta verbal
apropiada para la edad.
El
primer tipo de comportamiento verbal que emiten los bebés, los primeros llantos,
son de naturaleza respondiente y gradualmente quedan bajo un control operante
como mandos vocales, cuando un cuidador responde a estos llantos.
Si
los cuidadores proporcionan inadvertidamente refuerzo por llorar, quejarse o
gritar, antes de requerir mandos vocales apropiados para la edad, se puede
establecer un repertorio de mandos vocales aversivos.
Por
ejemplo, para evitar, escapar del llanto aversivo del bebé, los cuidadores
pueden presentar rápidamente el biberón sin requerir primero una respuesta
ecoica a la indicación.
Si
esta relación se prolonga, el cuidador puede evitar por completo los llantos
aversivos del bebé proporcionándole comida, leche y otros reforzadores sin solicitar
primero respuestas vocales adecuadas.
Así
se habrá reforzado aún más la probabilidad de que el bebé llore en respuesta a
futuras demandas de respuestas verbales.
Los
mandos verbales aversivos, para los cuidadores, del niño pueden interferir y,
en última instancia, terminar con los esfuerzos de enseñanza del lenguaje de
los padres y, por lo tanto, evitar la adquisición de un comportamiento verbal
apropiado para su edad.
Después
de que las contingencias hayan dado forma a un repertorio de mandos vocales
aversivos, estará presente el control del estímulo sobre estas respuestas.
El
niño mostrará una mayor tendencia a emitir mandos vocales aversivos y otras
conductas de evitación en situaciones similares a las que fueron reforzadas
previamente.
Por
ejemplo, el niño puede llevar al padre al refrigerador y esperar a que le den
jugo o leche. Si el padre intenta exigir que el niño diga primero
"jugo" o "leche", el niño puede llorar o gritar hasta que
le den el jugo. De este modo, se terminan los esfuerzos de enseñanza y se
refuerza aún más el mando aversivo.
La mayoría de los niños pequeños que reciben
atención (por autismo) tienen repertorios conductuales que reflejan la
influencia de este paradigma.
El típico niño de esta
categoría es un niño de 3 años y medio remitido para tratamiento debido a un
severo retraso en el lenguaje.
La evaluación, generalmente
revela que el niño no produce palabras u otro comportamiento verbal apropiado
para su edad, y emite comportamientos de oposición severos.
Durante la evaluación, grita
fuerte cuando se le pide que emite una palabra o un sonido. Sus respuestas
iniciales son gritos o rechazos de las tareas.
Generalmente los cuidadores
informan que en casa cada vez que pide al niño a producir una palabra, sonido o
alguna actividad, el niño gritaba hasta que dejan de pedirle que genere algún
comportamiento verbal.
Como se observa, una sola
vocalización, el mando vocal aversivo, un llanto o grito, funcionaba como un
mando genérico y polivalente que el niño emite para obtener refuerzo o para
escapar o evitar actividades.
La aversión del
comportamiento del niño desanimó los intentos de los padres de enseñar un
comportamiento verbal más apropiado.
Hay otras conductas vocales
que, aunque no son tan aversivas, son funcionalmente equivalentes a los mandos
aversivos en el sentido de que son incompatibles con las conductas vocales
apropiadas para la edad y previenen la adquisición de ellas.
Una vez que se establece un
repertorio de mandos vocales aversivos, puede ser extremadamente resistente a
la modificación.
Además, estos
comportamientos aversivos también pueden prevenir o inhibir el establecimiento
de vínculos socioemocionales y otros comportamientos sociales.
Drash,
PW y Tudor, RM (2004). Un análisis del autismo como un trastorno de la conducta
verbal en forma de contingencia. Análisis de la conducta verbal, 20, 55-62.