Frecuentemente se supone que los niños presentan conductas
hostiles o de enojo (no cooperativas) como resultado de la muy poca atención de
los adultos en su medio.
Sin embargo la atención positiva abundante de los adultos no
siempre logra desarrollar un sustituto cooperativo de las conductas hostiles o
de enojo (no cooperativas).
Cuando la atención de los adultos es aplicada
contingentemente a las conductas cooperativas, se obtiene un cambio drástico en
la conducta.
Se advierte entonces la atención abundante (pero no contingente)
resulta incapaz de provocar y mantener conducta cooperativa.
Parece entonces, que la modificación de conductas hostiles o
de enojo (no cooperativas) procederá más efectivamente si se basa en la
estimulación contingente en vez de abundante.
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