Comenzamos este apartado exponiendo lo que entendemos por educación especial, subrayando que lo aquí expuesto, es tan sólo para acotar nuestra posición, porque consideremos que este es un tema a debatir, y desgraciadamente, el estudio de esta problemática excede los límites del presente trabajo.
También es importante señalar que nuestra postura, se atiene a necesidades prácticas. Esto es, hacer uso de una definición operacional que permita distinguir en la práctica los componentes observables y mesurables de las conductas a intervenir.
Contar con métodos de evaluación que identifiquen déficits y excesos específicos que permitan organizar e instrumentar programas instruccionales.
Para nosotros, lo importante es definir con la mayor precisión posible en qué áreas y con qué prioridades se debe intervenir aplicando, procedimientos, entrenamiento y enseñanza sencillos, eficaces y adecuados a las condiciones del usuario. Haciendo énfasis en trabajar con la conducta observada y no con entidades hipotéticas, definida en términos cuantitativos y funcionales, delimitando con claridad el contexto de interacción en razón a sus relaciones funcionales establecidas entre el medio y la conducta.
Nuestro papel como psicólogos aplicados, o analistas conductuales, bajo estas condiciones es de aplicador de contingencias, instructor, programador y evaluador de procedimientos, alejándonos de las tentaciones teóricas y experimentales.
Esta necesidad surge, sobre todo, a la necesidad, responder a las necesidades de nuestros usuarios. Por lo que es necesario contar con una tecnología probada, económica y de fácil acceso, para intervenir de manera eficaz en casos de educación especial con poca o ninguna consulta interdisciplinaria, abaratando los costos de la intervención.
La elección del Análisis Conductual Aplicado como tecnología de intervención, satisface nuestras necesidades, debido en primer lugar, a que aporta teorías objetivas y funcionales sobre el aprendizaje, en segundo lugar propone técnicas para la modificación de conductas para niños con diversos requerimientos especiales. En tercer lugar permite observar y comprender cómo se establecen en un medio natural, las conductas, esto es identifica las relaciones funcionales. En cuarto lugar propone una evaluación funcional que ayuda a definir operacionalmente el comportamiento.
“El hecho de que se trate de un conjunto de técnicas, basadas en los mismos principios generales y aplicables a todo tipo de problemas de conducta, ha dado lugar a que desaparezcan los límites entre lo que es un problema clínico, uno de educación y uno de retardo o rehabilitación; en modificación de conducta lo menos importante es el nombre que se dé al mal”. (Galindo, Bernal, Hinojosa, Galguera, Taracena y Padilla, 1980).
Tal vez desde este enfoque, sea necesario abandonar el termino de educación especial, cosa de por si improbable. Lo que en realidad importa es que se ha encontrado datos, cada vez más numerosos, que corroboran la efectividad de esta tecnología.
Por lo tanto y para el propósito del presente trabajo y partiendo del Análisis Conductual Aplicado, entendemos por educación especial, una intervención estructurada que implica un cambio sistemático de las contingencias sociales, para alterar el desarrollo psicológico de las personas (Wahler, R. G., 1978, Ribes, 2012).
La intervención se basa en teorías generales del aprendizaje de las que se deriva procedimientos para el trabajo con niños con diversos requerimientos especiales de enseñanza por presentar retardo en su desarrollo.
La tecnología derivada del enfoque conductual brinda valiosas aportaciones que demuestran ser particularmente eficaces. En lo que respecta a la aplicación de principios conductuales en la educación especial, cabe mencionar las siguientes.
- Procedimientos de evaluación.
El diagnóstico conductual, más que un medio de clasificar o etiquetar conductas, es una medida de la ejecución de una persona en un momento dado, medida con la cual se pueden diseñar procedimientos de intervención eficaces y efectuar comparaciones de los cambios producidos por los procedimientos de intervención (Galindo, et al. 1980).
Su objetivo es hacer un análisis minucioso de las diferentes funciones que una conducta o conductas establecen en uno o más contextos. Es importante señalar que la evaluación se efectúa en términos funcionales, independientemente de las condiciones orgánicas inferidas a partir de la conducta. Para esto, se han empleado varios procedimientos de evaluación para identificar los eventos que tienen influencia sobre el comportamiento inadecuado.
Tales procedimientos se han agrupado en tres grupos: Experimental (Carr y Durand, 1985; Day et al., 1988; Iwata, Dorsey, Slifer, Bauman y Richman, 1982). Descriptivo (Bijou, Peterson, & Ault, 1968, Touchette et al., 1985), o una combinación de Descriptivo y Experimental, donde la principal distinción es el control de las variables. (Mace & Lalli, 1991). Más adelante abordaremos sus características.
- Procedimientos de intervención.
El rasgo común de todos estos procedimientos es la estructuración sistemática de las condiciones ambientales para cambiar la conducta del usuario, es decir, para establecer, mantener, transformar o eliminar repertorios conductuales (Galindo, et al, 1980).
Hay diferentes procedimientos para: a) La adquisición de conducta; b) el mantenimiento de conductas; c) para facilitar la emisión de algunos tipos de conducta; d) y para debilitar o reducir la posibilidad de la conducta (Ribes, 1980)
Son técnicas con un marcado carácter científico, cuya principal virtud es centrarse en la conducta en lugar de supuestos procesos patológicos físicos e intrapsíquicos. Los programas y técnicas de modificación de conducta, han mostrado a lo largo del tiempo un alto nivel de efectividad como estrategias científicas para la intervención de conductas problemáticas.
- Pronóstico.
Éste se formula en base en la adquisición o extinción de una o varias conductas terminales que se deben de obtener al finalizar el tratamiento, el grado de acierto del pronóstico se basa en la adquisición o extinción de dichas conductas (Ribes, 1980). Hacer un pronóstico conductual, es establecer el repertorio mínimo a alcanzar al finalizar la intervención
Este se basa siempre en el repertorio de entrada, como en la posibilidad de manipular libremente las condiciones necesarias para el desarrollo del repertorio terminal deseado (Ribes, 1980).
- La conducta es aprendida.
El enfoque conductual considera que la mayoría de las conductas son susceptibles de ser aprendidas. No considera a la conducta anormal como distinta de la conducta normal en función de la forma en que se desarrolla o mantiene. (Kazdin, 1978).
La definición fundamental de trastorno psicológico, independientemente de la forma que tome, es en función del juicio de la sociedad respecto de lo que es una conducta aceptable, y este juicio implica la frecuencia o la intensidad de la conducta (Ross, 1980).
Bajo esta línea de pensamiento los problemas que aborda la educación especial, se conciben como excesos o limitaciones conductuales. En consecuencia, al individuo con requerimientos de educación especial, se le aborda con el fin de disminuir o eliminar dichos excesos así como establecer o incrementar sus repertorios de conducta con objeto de superar las limitaciones (Macotela, Silvia, 1990)
- Retardo en el desarrollo
Bijou (1982) ha sugerido el concepto de retardo en el desarrollo para sustituir el de retardo mental de la psicología tradicional y explicar los déficits de la conducta infantil.
“El retardo se consideró como una desviación en el desarrollo psicológico y, por consiguiente, se utiliza el término desarrollo en vez de retardo mental. Las diferencias entre el desarrollo normal y el retardo radican en la naturaleza de las condiciones y las interacciones del desarrollo, pasado y presente. El desarrollo normal, cambios progresivos en las interacciones entre el individuo y el medio, se da a través de la acción de condiciones biológicas, sociales, y físicas que se desvían de lo normal en grados extremos; mientras más extremas sean las desviaciones, más retardado será el desarrollo ” (Bijou, 1975 citado en Galindo, 1980, p.18).
En esta definición, se puede observar, se toman elementos que definen a la conducta, considerando las relaciones entre eventos observables y definiendo funcionalmente esas relaciones; en donde la conducta del retardado está en función de su historia genética y adaptativa, y es inadecuada desde el punto de vista adaptativo.
Para Galindo (1980) la conducta retardada o no, está determinada por cuatro factores básicos:
- Los determinantes biológicos del pasado
- Los determinantes biológicos actuales
- La historia previa de interacción del sujeto con el medio, y
- Las condiciones ambientales momentáneas.
En base a la definición que ofrece Bijou, se puede entender que el aprendizaje, es un concepto clave para entender el retardo; con esto, la ausencia de repertorios básicos o la presencia de repertorios inadaptativos se explican, no solo apelando a una deficiencia intelectual hipotética ni a un impedimento orgánico, sino considerando que a partir de ciertas condiciones extraordinarias biológicas, físicas o sociales, el individuo no ha aprendido aquello que la comunidad requiere de todos sus miembros para vivir en sociedad (Galindo, 1980).
En cierto modo, todos sufrimos ele algún tipo de “retardo” , en el sentido de que no tenemos alguna habilidad o capacidad (léase: alguna forma de conducta) que la mayoría de los demás si manifiestan; por ejemplo, escribir sin faltas de ortografía, redactar eficientemente un texto, hablar, entender, leer y escribir textos en inglés, etc..
Ribes (2012) sostiene que el término educación especial comprende tres conceptos diferentes: el primero hacer referencia a la rehabilitación para la autosuficiencia individual y social; el segundo a los procedimientos especiales para el aprendizaje de destrezas, habilidades y conocimientos de carácter académico; y, finalmente, el desarrollo de potencialidades excepcionales en individuos “sobredotados” en algún sentido. La educación especial es un gran saco en el que se colocan todos aquellos problemas que se consideran atípicos del desarrollo.
González,
Guadarrama. G., (2019). El trastorno por déficit de atención como clase
jerárquica de respuestas. (Tesis que para optar por el grado de maestro en
psicología (educación especial) UNAM, FES-Zaragoza). Recuperado de http://132.248.9.195/ptd2019/octubre/0796306/Index.html
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